Un susurro del viento.

Las manos en los bolsillos enguantados en guantes de franela negros, protegiendo las delicadas manos de un frio que traspasaba las pesadas capas de ropa.
No vió lo que habia delante y tampoco le importaba, caminaba y caminaba, teniendo un fin, sin tenerlo.
Las botas repiqueteaban en la acera húmeda.
La nariz roja y congelada, seguia caminando, las orejas tiñendose de un color poco saludable, pero seguia caminando.
El aire cargado le pesaba en los pulmones, pero ella se susurraba "no pares, sigue".
Llegó hasta el final del camino y ella creó otro. Caminó y caminó y nunca se paró, intentaba encontrar algo por lo que parar y mirar lo que habia a su alrededor pero no vio nada, no habia nada que ver.

IRENE.