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sábado, 25 de febrero de 2012

A la sombra de un sauce.

La pequeña caminaba al borde del lago, por caminos peligrosos para ser tan débil e inocente. Ponía los brazos en cruz y juntando pie con talón andaba.
-¡Cuidado! Te puedes caer y después tendrías que ir mojada hasta casa- suspiró, pensando en que decir para que la niña se acercara y no hiciera tonterías-. Anda ven y espera conmigo a que pique el pez.
-¡No quiero ir!No se porque tienes que matar al pobre pez. Si, para comer pero...ya hay peces en la pescadería.
La niña no sabia como decirle a su padre que dejara la caña en la suave hierba y viniera a correr con ella y con los perros por el prado. Ella solo quería eso.
-¡Ven aquí!que eres muy torpe y te vas a caer.
Dijo ya enfadado. A él lo que más le preocupaba era la seguridad de una niña morena por tantas horas en la calle y un vestido corto de flores manchado de verde por tantas caídas en la hierba.
Fue, a regañadientes, pero fue. Cuando llegó el padre se agachó y le susurro al oído:
-Hay mi pequeñaja. Ve con abuela y ayúdala a preparar las croquetas, ¿quieres?.
La niña absorbió el aroma de su padre, colonia, humo...se le clavaba el paquete de cigarrillos pero no se quejó:
-Siii. Ya veras que buenas nos van a salir...¡claro!como siempre jajajajaaja.
Estalla en carcajadas la pequeña. Es feliz.
Pero pasan los años y esa niña crece  ya en el lago no hay nadie pescando, ya no hay un hombre con un cigarrillo en la boca sonriendo a su hija de seis años.
Ahora solo queda la sombra de un sauce donde tantos bocadillos de chorizo y queso se comieron.
Ahora solo queda el recuerdo y unas marcas en la tierra donde esta la prueba de que una niña muy torpe se cayó y se hizo una cicatriz. La acaricia con pereza, descansa la cabeza en la corteza y susurra;
-Yo también te quiero papá.

Irene.

Antes.
                 
Después.
                                    

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