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martes, 31 de julio de 2012

Por fin.

¡¡Dios mío!! Me he atrevido a mandar a la mierda a alguien que... pues me ha echo mucho daño, y me ha tratado muy mal cuando yo he sido la única que la he acompañado todo este tiempo. No le dije lo que le tenía que decir en su momento, no pude hacerlo.... ¡¡¡Ahora lo he echo!!! Y por ser como es se lo merece, se acabó compadecerse de gente no se lo merece, yo solo fui su amiga y ella me trataba como una mierda, por pena, supongo... no le dije nada, cuando dejó de hablarme y se fue con, jajajaj esto es lo más gracioso, con quién había pasado de ella, pensé que vaya pérdida de tiempo, le dí una segunda oportunidad, la tercera ya no se la doy, si lo que quería era que volviera a perdonarla, lo tiene claro, porque yo... ya vale de ser tan buena y tan imbécil... así no se va a ninguna parte.
Je, le hice una foto a la pequeña conversación, que es menos que pequeña, dos lineas, pero se merecía dejarla para la posteridad. La primera vez que mando a la mierda (con palabras) a alguien.

                  

Gente que no sabe llegar a la hora que tiene que llegar.

Levantarse a las nueve y vestirse solo para esperar que el encargado de traer el mueble del recibidor lo traiga y que de paso el marido de la peluquera me traiga mis chinchillas, no vale la pena, ¿porque? son la una de la tarde y todavía no dan señales de vida ninguno de los dos. Si lo llego a saber me quedo en la cama. Ahora no me atrevo a sacar al perro no vaya a ser que lleguen cuando yo estoy fuera -,-. Que gente macho... ¿no podían llegar a las once y todos contentos? No.

Irene.


                                        

lunes, 30 de julio de 2012

OneRepublic- Stop and stare.

Este pueblo es más frío ahora, creo que está harto de nosotros.  Es hora de hacer nuestra mudanza. Estoy sacudiendo el óxido de nosotros y de todo.

He conseguido que mi corazón se quede aquí. Estoy reconstruyéndome a mí mismo, contando los años que he pasado sin mirar lo que tenía alrededor.

Detente y observa, creo que me muevo pero no voy a ningún lado. ¡Sí! Sé que a todos nos asustan los cambios y que preferimos la rutina, pero me he convertido en lo que no puedo ser.

Detente y observa, comienzas a preguntarte por qué estás aquí y no allá, y darías lo que fuera para conseguir lo que es justo pero justo no es lo que realmente necesitas. ¡Ah! ¿Puedes ver lo que yo veo?

Ellos estan intentando regresar, todo te empuja a ver. Desata las mochilas pesadas, nunca pensé que podría hacerlo...

Pies sobre la tierra, no me falléis ahora. Vais a correr hasta que no podáis más.Pero algo me distrae y... estoy renunciando... 

He conseguido que mi corazón se quede aquí. Estoy reconstruyéndome a mí mismo, contando los años que he pasado sin mirar lo que tenía alrededor.

Detente y observa, creo que me muevo pero no voy a ningún lado. ¡Sí! Sé que a todos nos asustan los cambios y que preferimos la rutina, pero me he convertido en lo que no puedo ser. 

Detente y observa, comienzas a preguntarte por qué estás aquí y no allá, y darías lo que fuera para conseguir lo que es justo pero justo no es lo que realmente necesitas. 


¡Lo que necesitas! ¡Lo que necesitas!

Detente y observa, creo que me muevo pero no voy a ningún lado. ¡Sí! Sé que a todos nos asustan los cambios y que preferimos la rutina, pero me he convertido en lo que no puedo ser. ¡Oh! ¿Ves lo que veo yo?.









Irene.

                                                               

Ni te perdono ni te olvido. Olivia.

Las pequeñas y dolorosas complicaciones de la vida. Tumbada, boca arriba, mirando un techo libre de grietas, de manchas o de cualquier otra imperfección, pensaba en todas las complicaciones de su vida, esas que diluía con un poco de agua para que fueran más leves, y lo sorprendente es que pegaban menos fuertes con agua, lo que no sabía era que el agua en algún momento se seca y se evapora y solo queda la complicación, solo queda aguantar con ella en el cuerpo, como un tumor, algunas crecen y se convierten en cánceres difíciles de parar y otras directamente ocupan un lugar y se quedan ahí.
Olivia creía que si aceptabas todos los problemas y aprendías a vivir con ellos, desaparecerían. No lo hicieron. Y ahora es demasiado tarde para llorar y que alguien se compadezca.
Había colocado ordenadamente todos sus problemas sobre el techo del salón. Había dejado incluso espacio para preocupaciones sin importancia, y esas aunque parezca mentira son las que más te carcomían por dentro.
Levanto el brazo derecho y como si en las dos últimas horas no hubiese echo nada lo borró. Lo borró todo de una sentada. Fin de los problemas.
El vestido de flores hondeó en sus caderas y con un paso firme y decidido salió de su piso. Bajó las escaleras del edificio y al llegar al portal miró para atrás; donde se metían los sentimientos que hacían estremecer el corazón. Se sienten y no se ven. Sabes que están ahí, en algún sitio de la oscuridad de un pasillo.
En la calle hacía buen tiempo. A lo mejor llovía, o quizás no. No corría ni una pizca de viento, el mejor día para visitar a los muertos. De camino al cementerio, para en la entrada de una floristería, flores de todo tipo de forma y de color la inunda al  entrar, el olor es el más hermoso de todos pero... el adecuado es el que más huele y se mantiene impasible en el jarrón. Un olor que huele a recuerdos encontrados en un cajón; chocolate con churros a la seis de la mañana, pinos, mar, tierra húmeda, música alta... un sin fin más de olores que guarda un tulipán blanco. La flor favorita de Lucas, se las regalaba en cualquier momento, no sabía de donde las sacaba pero aparecían; encima de un piano mientras él tocaba Canon de Pachelbel; una encima de la mesa del comedor mientras ella miraba su retrato de el mueble de al lado...
Tulipán y sonrisa de complicidad, iban juntos de la mano y a él nunca le importaba el momento ni el lugar para dárselo. Olivia sonríe al pasado.
Las puertas del cementerio están abiertas y entra sin preocupación, las ha borrado todas, está completamente limpia para entrar en un sitio donde vive gente que desconoce lo el significada de preocupación, les ha llegado su hora de que otros lloren por ellos, porque ellos ya lloraron bastante.
La segunda tumba a la izquierda, tercer piso. Recorre los caminos de tierra con paso rápido, ya casi ha llegado, ya casi lo puede ver, y cuanto más se acerca sus ojos se van preparando para derrumbarse. Cinco metros... Cuatro... Tres... Dos... Uno.
-¿Porque?
De pie. Delante de la lápida donde ponía su nombre, lloró y susurró porque, porque todas las personas a las que amaba se iban, porque cuando necesita ayuda nadie acude, porque se tuvo que ir la única persona en el mundo que la entendía.
-Después de todo nunca te dije te quiero Lu.
Dice sentada en la tierra blanda de alrededor de la tumba. Hora de contar verdades. Nunca le dijo te quiero, ni gracias. Nunca fueron nada. Solo dos amigos que pasan mucho tiempo juntos. Pero los ojos de Lucas tan azules como siempre... tan arrogantes e inteligentes... ¿como aventurarse en una aventura que podía acabar mal y perderlo del todo?. No, no era amor, pero se parecía mucho. Probar sus labios y así saber que es lo que se siente al pensar que... alguien te espera todas las mañanas, todas y cada una de ellas alguien te espera  para que abras los ojos y diga algo ingenioso.
-Querido Lucas; siempre escapándote de los compromisos...-rió por la bajo, mirándose las mano que agarraban con fuerza los dos tulipanes- Tenías un contrato conmigo. Hacerme un poquito feliz todos los días. ¿Que estás haciendo que no lo estás cumpliendo? De despediste tu solito, porque yo no decidí que esto acabara aquí. Así que vendré a molestarte siempre que te necesite.-Miró a su alrededor y pareció que todo quedó en silencio, para que solo se oyera su vos.- Pensando en hacerme una casita por aquí. Porque querido Lucas; yo te necesito siempre.
Rompió a llorar. Y era lo único que se escuchaba en todo el cementerio, los lloros de una chica llamada Olivia, con el pelo a veces pelirrojo a veces castaño, con ojos verdes, y con una misión; hacerse invisible, una chica que hace tiempo conoció a un chico que le demostró que era alguien en un mundo donde los altos puestos ya estaban ocupados, y le dijo que "¿como era posible que quisieras morir? ¿Le ibas a dar esa satisfacción al mundo? No pensaba que fueras tan cobarde."
Ella es la chica que lo sigue esperando. No lo perdona y no lo olvida. No va a darle esa satisfacción.

Irene.

                                                                    

domingo, 29 de julio de 2012

Ale, ya he vuelto con las cancioncillas. Esta es una que escuché en uno de los capítulos de Pulseras rojas, me encantó, la canción y la serie. No tengo ni idea de catalán pero a mi me da igual y yo la canto de todos modos.

                                                     

En una semana.

Una semana. Me gustaría contarte que en una semana, he sentido muchas cosas, he decidido otras muchas y me he prometido... otras tantas. En una semana; sentí que el mundo no podía ser tan horrible y recé si se puede llamar rezar que "Al final todo acaba bien y si no acaba bien es que aún no es el final". Pensando eso, noté como todo se derrumbaba en unas horas. A la mañana siguiente me dijeron que mis plegarias, alguien las había oído y se habían cumplido. Decidí que descubriría los límites de la soledad, hasta donde era capaz de llegar, después descubrí que la soledad solo está en nosotros mismos. Y que en verdad tenemos aunque sea poca, a gente que nos quiere y sobretodo a amigas estupendas. Decidí que era completamente dependiente de internet; una semana sin él y ya me había leído, sin descansar ni un poco la vista, tres libros (gorditos) seguidos. Terminaba uno y antes de que me diera tiempo a pensar en como había acabado empezaba otro. Tenía en la cabeza tanto personajes que no sabía cuando empezaba uno y cuando acababa otro, ni siquiera sabía en que parte de toda la historia intermedia estaba yo.
Decidí, por fin, lo que quería hacer con mi vida, y no creo que cambie de opinión. El mundo editorial.
Decidí que vivía con un monstruo y que pasase lo que pasase en cuanto tuviera oportunidad saldría de aquí, encontraría la forma de estar en paz con mi padre y conmigo misma, porque tengo la corazonada de que me está mirando y que como yo, espera que salga de la jaula en la que me tienen metida. Tan amante de la naturaleza y de la libertad que era...
Me prometí que nunca sería como el monstruo, que no me tomaría en serio todo lo que soltaba por su boca de víbora.
También me di cuenta de que odio las mudanzas y de que... el parquet me da una sensación rara al pisarlo, es como si en cualquier momento me hundiera. No se... es raro, todos los pasos parece que retumban en toda la casa, es escalofriante, para no sentirme demasiado aislada del mundo, abro todas las ventanas para que entren todos los ruidos del exterior y piso bien fuerte para que aunque solo esté yo, me asegure de que existo.
Una semana movidita, de noches calurosas y mañanas aún más calurosas... de buenas y malas noticias, de novedades que no lo son y da agendas libres de cosas que hacer. He vuelto a no mirarme en el espejo, cuando creí que me había librado de ese complejo, que me había aceptado por fin... me doy cuenta de que hace dos meses que no me dirijo la mirada, de que me evito igual que evito todas las demás.

Irene.

                                                   

viernes, 20 de julio de 2012

The Fray- How to save a life.

Jeje, está canción ya la he puesto antes pero es que... no había visto el vídeo oficial y hoy pues no sé por que se me ha pasado por la cabeza verlo. Precioso. 

"A medida que él levanta su voz, 
tú callas la tuya
dándole una última elección"


El ángel custodio de Olivia.

-Haz lo que quieras, Oli.
-Ya pero no sé, estoy aburrida podríamos...
Se quedó pensando unos minutos, intentando encontrar una actividad que la hiciera levantarse del sofá. Pero Marco no pensaba lo mismo, el estaba bien tumbado en el sillón con la vista en el techo, con los pensamientos en el aire y con la presencia de Olivia, aunque el silencio recorriera cada centímetro de la habitación, él estaba bien con ella. Porque era una de las pocas personas que valoraban las presencias. Demasiados días solo, demasiados pensamientos solo escuchados por él. Eso te hace una persona que valora a la gente cuando está, para poder recordarla cuando no.
-Caminemos.
Lo dijo tan tranquila, hablando tan en serio, que no se lo creyó. La miro y extrañado dijo.
-¿Caminar? ¿Para qué? No hay nadie en la calle por el calor y las tiendas están cerradas.
Ella sonrió. Esas sonrisas que se hacen sin un porqué, sonrisas simples, muestras de estar bien, complicado significado cuando hay que describirlas, suaves, sin nada, como los copos de nieve al caer en la acera, como el roce del algodón en la piel. Sonrisas sin porque. Contagiosas, suelen ir unidas a miradas o cómplices o solas, poco importa. El sueño más grande de Marco es conseguir una sonrisa de Olivia, pero de las verdadera, ellas siempre está sonriendo pero... son diferentes, ninguna es igual a la otra. Él quiere que le sonría como lo hacía cuando estaba Lucas. La manera que tenía él de hacerla sonreír era mágica, no eran sonrisas tontas, eran sonrisas esperanzadas, sonrisas de sueños echos realidad, sonrisas que solo entendía Olivia, porque nadie más entendía a Lucas. 
-Para ver el mundo. Marco vamos no es tan difícil de entender. Sentémonos en un banco a ver pasar los minutos, sin nada más que hacer.
Sí. Olivia entendía a Lucas, pero Lucas también entendía a Olivia. Lucas le dijo una vez que el peor error que podía cometer una persona era defraudar a Olivia. Porque ella nunca se espera nada de nadie, lo acepta, entonces si consigues que Olivia no te sonríe, entonces, no es que esté enfadada es que la has defraudado, hiriéndola. Ya Olivia no se le hace daño. 
-Vamos entonces.
Hay días en los que a Marco le gustaría gritarle que Lucas a muerto que nunca más volverá y que deje de esperar que aparezca cuando ella esté mal, porque no va a aparecer. Le gustaría decirle eso cuando llora, cuando llora sola y no es capaz de levantarse de la alfombra en la que ha caído. ¿Pero como puede decirle eso? Ella que lucha por ser feliz en un mundo donde todo está de estar bien. Ella que va a contracorriente. Ella que espera lo que haga falta hasta que se te pase el enfado, ella que respeta al mundo, aunque el mundo no la respete a ella. Ella que rompe los esquemas... ¿como le puede decir que deje de esperar a que algo tan bueno que tenía y que se fue, vuelva?.
La sigue en silencio mientras ella busca el banco perfecto donde sentarse. Cuando lo encuentra, saca una bolsa de pipas del bolsillo derecho de su pantalón corto. Lo gira hacía a mí para que coja, y cuando lo hago, el simple gesto de aceptar lo que me muestra le hace volver a sonreír. El simple gesto de que ella gire la cabeza y que mirando al árbol de delante la haga sonreír, me hace hacerlo a mi también.
Le hace pensar en su imagen. Dos personas siendo felices... sin estarlo. Dos tristes personajes de un cuento que siempre acaba bien. De un cuento escrito con lágrimas que pase lo que pase, sus protagonistas siempre sonríen, incluso los fantasmas, esos que miran por ojos cristalinos, que se convierten en ángeles custodios, con alas de plumas blancas, con corazones insondables, dispuestos a perdonar y listos para ser perdonados y olvidados.

Irene.

                                                         


jueves, 19 de julio de 2012

-Si me cuentas porque no quieres la quimio... yo te cuento porque no como.
+Porque no quieres engordar.
-Es más complicado que eso. Porque te duele.
+Es más complicado que eso.

En realidad no sé porque me marcó tanto esto pero... lo hizo. Entendí a la perfección las dos partes, aunque otros no lo hagan, aunque yo no le encuentre explicación, entiendo a la perfección porque ella no come y porque él no quiere hacerse la quimio. Si no me avergonzara tanto de mi... si todo fuera diferente, las cosas mejorarían y yo... sería feliz, me he rendido, pido a gritos lo mismo que he pedido siempre pera ya van muchos años, ya... no puedo más.


Irene.

                                           
Estoy triste. Y no sé porque, o a lo mejor sí que lo sé. Estoy triste porque esperaba más del verano, o porque el verano esperaba más de mi, o porque yo esperaba más de mi. Siempre haciéndome ilusiones con todo, siempre esperando que sea precioso por una vez... y la verdad es que al principio me consuela pensar que puede pasar algo que lo cambie todo o por lo menos que cambie mi vida, pero nunca pasa nada. No sé si es porque nada tiene que pasar o porque simplemente no hago nada para que pase.
Pero empiezo a cansarme de todo esto. Empiezo a cansarme de gente pirómana que se dedica a prender fuego a bosques, a bosques que rodean casas, a casas que protegen a gente y a gente que llora porque su casa, sus tierras, su vida... está ardiendo. Cansada de que haya personas que decidan por todos, que decidan lo que es mejor y no lo es, que no hagamos nada para remediarlo, bueno sí huelgas que no llegan a nada. Porque son como los padres por mucho que supliques, la decisión está tomada, te jodes y punto. Como siempre, ¿no?.
Cansada de que haya incomprendidos que sufren cada día más y más por culpa de la sociedad. Nosotros que no hacemos nada... y nos pasa de todo.
Quiero huir de tantos límites, quiero salir de aquí. Quiero hacer lo que me plazca porque considero que yo sí se lo que me conviene, o a lo mejor no pero por lo menos deja que me equivoque.
Cansada de esperar, de soñar, de querer vivir y que te lo impidan, cansada de todo... y de mí.


Irene.


                                       

lunes, 16 de julio de 2012

Dime, vieja ciudad.

Vieja ciudad. Olvidada, por el tiempo perdido entre tus muros, ¿pequeña vieja ciudad, es que acaso sigues ahí?. Dime que es mentira que el tiempo borra las cosas buenas y malas, dime que no es verdad que nos hacemos mayores. Dime, vieja ciudad, sin compromiso, que fue de aquellas risas repetitivas, ¿a donde fueron las que las hacían?. Y dime si cuando vuelva a recorrerte, pequeña vieja ciudad, si algo en ti ha cambiado, no me asustes ni me sorprendas con que los tiempos han cambiado y los niños que antes eran pequeños ahora ya son mayores, no me digas que por el río ya no corre agua y no me digas que todos las promesas que te hice prometer han desaparecido.
Porque no te creeré. Me deseaste suerte una vez, ahora que vuelvo para contártelo, no desaparezcas. Me dijiste que no hay mayor derecho que el de soñar despierto. Me juraste que si valoraba lo que tenía en el momento en que lo tenía no me iría mal. Pequeña vieja ciudad, ¿de verdad creíste que no volvería? Yo siempre vuelvo, tarde o temprano pero vuelvo. Dime que las señoras de la casa de al lado siguen preparando las mismas croquetas que con gusto me volvería a comer y prométeme otra vez, pequeña vieja ciudad, que si salgo una mañana de domingo por el pueblo los mismos perros me seguirán contentos. Yo no he cambiado, pero aunque yo no lo haya echo... ¿lo has echo tú?. ¿Sigues guardando los miles de secretos que te conté? ¿Sigues teniendo la misma medicina que me hacía relajarme y respirar? ¿Te cuerdas de todas las historias que me contaste, tú yo y las estrellas?. Dime que sí, vieja ciudad.
Hoy he soñado contigo, y he soñado que cambiabas, dime que no lo has echo y que me esperarás lo que haga falta.

Irene.

Espérame Ribadelago, que tarde lo que tarde iré.
                                           

viernes, 13 de julio de 2012

Pero camina, no mires nada, no sientas nada, camina. Olivia.

Delante de ella se alzaba el edificio más grande que hubiese visto. No por ser grande, sino por lo que acarreaba entrar. Por todos los recuerdos malos y buenos que tenía de el. Por todas las cosas que vio y por las que no vio. Por las palabras que pronunció mal y por las que dijo bien. Por las tonterías de las que se arrepentiría y por las que no. Pero el edificio no era tan grande solo por eso, sino que se hacía cada vez mayor por cada traición, por cada decepción, por cada despedida, por cada saludo, por cada comienzo, por cada final, que son los que mas dolían.
Todas y cada una de las sensaciones que conllevaba entrar y que ella se comió en silencio, esperando impaciente su lugar en aquel sitio, mandó a la mierda tantas veces a tanta gente, y pidió perdón aunque quien lo recibía no se lo mereciera. Estaba ahí, apoyada en la valla verde de dos metros de largo y uno de altura que separaba la carretera de la entrada del instituto. Aquel instituto, que como muchos otros era normal, pero para algunos era diferente solo por el echo de que cuando estás ahí no tienes donde esconderte y la pobre Olivia, que tiene miedo a volver a sentirse sola en ese lugar.
-Por favor otra vez no, por favor...
Susurraba, los ojos... al borde de las lágrimas. Trágatelas Olivia, que ellos no ganen la jugada, este año no. Vamos Olivia, ¿que haces ahí? Sepárate de la barandilla y camina con paso firme, abraza todo lo que quieras a tu cartapacio pero camina, no mires nada, no sientas nada, camina.
Con esto en mente, dio un paso, y otro, y otro, y después... ya estaba dentro. Lo había echo. Solo deseaba que el sentimiento de nerviosismo, de soledad, de incomprensión no volviese, que se quedara en el pasado como prueba de haber vivido, pero que no volviese. Aunque sonreía por haber cruzado, por dentro todavía sospechaba que aquellos pensamientos de los que huía y a los que temía no le recriminasen nada, que se olvidaran de ella, que la dejaran en paz. Se imaginaba a la inseguridad sonriéndole en cada esquina, en cada banco de cemento, en cada rostro desconocido...
Hay gente que dice que cambiar es malo, porque dejas de ser tu mismo. Pero, ¿que es ella? Alguien que se esconde debajo de las piedras que evita miradas, que esconde palabras, que se avergüenza de si misma, alguien que no es nadie.
Ella quiere cambiar, quiere ser diferente, quiere parecerse en algo a ellas.
-Olivia, tan temprano como siempre.
Una voz suave sin reproche. Solo una frase normal, un comentario... que solo eso le da ánimos a darse cuenta de que existe y si que vale la pena cambiar, es difícil, pero poco a poco, paso a paso y cruzará línea.
-Bueno... Yo nunca falto. Además no me gustan las aglomeraciones.
El chico, apoyado en la pared, sonríe deliberadamente y asiente.
-Si, a mi tampoco es que me vayan mucho.
Suena el timbre, y... todo vuelve a su lugar. Ella sola en una mesa, ellos agrupados en grupos, con gente que... se llevan mal entre sí pero... parecen tan felices.
-Bueno pues yo también lo soy así que...
Y cuando se disponía a abrir su libreta donde solía escribir, una sombra aparece en la esquina de su mesa.
-Perdona, pero... no me lo creo. ¿Eres Olivia?
Olivia sonrió de la única manera que puede hacerlo alguien que se siente feliz por el echo de que había aparecido la persona que siempre lo hace cuando tiene que hacerlo.
-Ya te echaba de menos Lucas.
Y levantó la vista.

Irene.

No es una de mis mejores historias pero bueno... Aquí pongo dos canciones que me ayudaron de algún modo a escribir esto. Me hicieron recordar... En fin...





miércoles, 11 de julio de 2012

Pequeña Sofía...

Vamos pequeña, ¿que haces llorando?. ¿Que es lo que se te pasa por la cabeza para estar llorando toda la noche?. Me pregunto si me pasaría a mi lo mismo estando es tu situación, o si yo... confiando en que pasaría porque de otro modo no podría haber sido, lo aceptaría. Me gustaría poder aconsejarte y decirte las palabras que necesitas oír, pero no son mis palabras las que quieres escuchar, sino las de él. ¿Que te puedo dar yo más que un simple abrazo, y unas lineas escritas, donde pone todo lo que quiero decirte y mis labios no quieren pronunciar?. ¿Que quieres que te diga? ¿Que él no vale nada? ¿Que te utiliza? Ya te lo he dicho, pero le quieres... y eso es algo malo. Como dije una vez: he visto a demasiada gente llorar por amor y a poca reír por el.
No puedo mostrarte el camino adecuado por el cual te olvidarías de él, porque no quieres hacerlo, no quieres dejar de quererle. En estos momentos lo único que podría decirte es...: Que hasta que no tomes tú la iniciativa nadie lo va a hacer por ti. Esto esa algo que se trata solo de ti, eres tú la que sufre, la que aguanta y se levanta. Yo poco puedo hacer además de abrazarte y de invitarte a mi silencio... nunca nadie me ha dicho lo que quería oír, nadie me entiende, nadie sabe lo que de verdad necesito... Y creo que te pasa lo mismo. Yo en soledad, tú en tu desamor, yo que me reconforta pensando que si no le cojo cariño a nadie, nadie podrá hacerme daño, tú pensando que eras tan subnormal como para amar a alguien que no te ama, y  que juega contigo de tal manera que parece que tu decides.
A mi me ayuda el silencio, a lo mejor te enseño a escucharlo. A que sientas como en el te sientes reconfortada, como la oscuridad no te parece tan oscura, y como tu corazón de va calmando poco a poco... como las cosas se ven mejor cuando dejar de escuchar a tu corazón y te olvidas de ti para prestar atención a lo que te rodea.
Lo siento pequeña, pero no puedo decirte lo que necesitas oír. Te doy mi cuerpo para que lo abraces, pero mis palabras solo sirven en un papel, (como ya te habrás dado cuenta), porque pronunciadas suenan mucho peor de lo que quiero decir en realidad.


Te quiere, tu prime Irene


                                                              

martes, 10 de julio de 2012

De esto ya he hablado mucho. Es esto lo que ha rondado por mi cabeza desde hace tiempo, y esto lo que vuelvo a repetir: El tiempo pasa volando. Un día tienes todo el tiempo del mundo y al otro ya llegas demasiado tarde.
Querer aprovechar el tiempo es algo imposible, porque crees que la noche es joven te dan cuenta de que solo son seis horas y que a las ocho ya no puedes más. Cuando piensas que para septiembre queda mucho, te descubres comprando los libros de texto en la librería... cuando esperas impaciente un año entero para que salga la película más esperada... te despiertas esperando en la cola del cine.
¿En serio aprovechamos el tiempo? ¿De verdad alguien de 28 años es joven? Si cada dos por tres recuerda que decía lo mismo cuando tenía 15. Pierdes las horas los minutos los segundos, de repente todo corre más que tú y ya no te sientes igual que cuando no te enterabas que es lo que estabas haciendo.
Creo que hay que olvidarse del futuro; porque deprime.
Hay que olvidarse del pasado; porque ya no tiene sentido recordarlo.
Hay que olvidarse del presente; porque el pasado son las letras que he escrito y el futuro... lo que tengo pensado escribir.
Vivir, hacerlo es fácil, el como ya es más complicado.

Irene.

                                                

viernes, 6 de julio de 2012

Los pecados que encuentran el perdón en el olvido. Olivia.

Sentada en uno de los bancos de madera vieja pintado de verde. ¿Porque lo pintaron de verde? Con lo bonito que era en negro, piensa mientras se mete a la boca una de las muchas pipas que ya se ha comido. Mucha gente prefiere el chocolate pero... ella no. Olivia no, Olivia prefiere sentir el frío contacto de la sal de las pipas, la sal le hace que le escuezan los bordes de los labios agrietados. Y así tiene una razón por la que derramar una lágrima por cada pipa.
Podríamos pensar que llevó las cosas demasiado lejos, que la culpable fue ella por equivocarse desde el principio, podríamos creer que está sola, sentada, mirando su futuro porque ella quiso, porque... lo eligió así. Eso sería mentirse a sí mismo y eso era lo que ella hacía. Se imaginaba sola por el resto de los años, por su forma de ser, por su horrible forma de ser. Escribir es una actividad que no se hace en compañía, nunca se ha echo y nunca se hará, escribir es una de las pocas cosas que se hacen para estar solamente tú, para pensar en ti, para ver mejor las cosas, para observar más allá, algo que nunca podrás alcanzar. ¿Quien le dice a Olivia que no puede cojer el primer autobús e irse? Irse donde muchos le dijeron que era demasiado lejos. Irse a donde muchos le nombraron asombrados por lo imposible que sonaba. Y quería irse sola, quería sentir que podía hacer tantas cosas como su cuerpo le permitiera sin que nadie le dijera que no podía hacerlo que se podía hacer daño. Porque más daño le hacía el ver que no podía controlar ni su propia vida, unos pecan por dejarse llevar demasiado y otros por no hacerlo. El pecado que a Olivia le tiene sentada, con la cabeza hundida debajo de la tierra, es... que confió demasiado, que quiso ser algo para alguien y se equivocó, como solo se equivoca quien quiere de la manera equivocada. Pensó que tenia que arriesgarlo todo para ganar aún más no sabía que para ser feliz no hace falta correr grandes riesgos. Porque la felicidad es la calma que te da, el poder afirmar que pase lo que pase nunca más te volverás a sentir sola. 
La pobre Olivia de cabello rojo y ojos verdes, se arrepintió en el justo momento en que supo que se había equivocado, de haberle dicho a tanta gente te quiero cuando ninguno de ellos supo estar a la altura de sus sentimientos. Ni sus amigos, ni su familia, ni sus vecinos, ni nadie conocido, porque ninguno de ellos le supo decir que no hacía falta que se esforzara tanto en hacer lo correcto que pasase lo que pasase que ella nunca cambiara porque era genial tal y como era. Pero nadie dijo nada, se quedaron callados sin darse cuenta, o dandose cuenta, que ella hacía todo lo posible para ser perfecta aún no siéndolo. Se cansó de esperar sonrisas de aliento y de palabras sanadoras, se abrió camino entre la gente con tacones de aguja y cabeza bien levantada. Fin de la perfección, abranle paso a la reina de la noche, esa larga noche que parece que se convirtió su dulce vida. Un coche negro para al pie de la acera y con voz de conocer todos los secretos del universo le dijo:
-Sube al coche reina de la noche, y olvida tu mal humor.
Cohibida por los misterios que se escondían tras la frase de Embrujada de Tino Casal, aceptó la invitación que le abría le abría la oportunidad de salir del sitio que le había echo tantas promesas como tantos perdones por no haber sido cumplidos. A lo mejor se equivocaba pero su acompañante no parecía buscar la perfección que todos buscan.
-Siempre vienes cuando lo necesito.
-Te prometí que aparecería cuando te sentieras sola.
-Yo no te he llamado, no necesito que me salves.- Dijo seria mirando a la carretera.
-Todo el mundo necesita ser salvado Olivia.- Apretó el acelerador al llegar a la autopista.
-¿A donde vamos Lucas?
-A donde quiera llevarnos la carretera.


Irene.


                                                       

miércoles, 4 de julio de 2012

Un soplo y fin.

Hay veces que harta de escuchar tus gritos de dolor, los gritos de dolor que no se ven, los que se sienten y solo unos pocos son capaces de apreciar a través del velo, los gritos de dolor que nadie calla, por pena, por miedo, por que quieres que  otros pasen lo que tú pasas día a día. Cuando nadie te ha apoyado cuando lo necesitabas, ni te has secado las lágrimas cuando lo pedías en silencio, te vuelves fría.
Te has olvidado de lo que significan los abrazos y has dejado de confiar en que las cosas bonitas duran para siempre. Solo aquello que está escrito es capaz de perdurar. Los rayos de sol, se aprovechan en el momento en que están porque desaparecen tras una nube y tardan en volver. Los minutos no son iguales unos a otros, no creo en el tiempo perdido, creo en que cada uno debería tener un reloj con el que pudiera parar el tiempo cuando lo creyera necesario. Huir nunca ha sido una opción, puedes alejarte de tus miedos, añoranzas y lugares pero aunque el decorado cambie... tú no.
Las promesas nunca son ciertas, y las lágrimas se secan, a veces se llega tarde y has de esperar y otras esperar no puede ser. Veces en que la solución está en olvidar y otras en recordar. Muchas de las veces se trata de perdonar y otras de perdonarse así mismo. Por mucho que digan perdonar no trae paz, las oportunidades muchos no se las merecen y las palabras bonitas tampoco, muchos, no deberían oírlas. Porque se desgastan, se agotan y pierden el significado, esas palabras no deberían decirse, deberían sentirse y con eso bastaría para mover mundos.
Cuando descubres que todo es efímero y nada te parece correcto ni en su lugar, ¿que queda?¿Ordenar?¿O aceptar la cruda realidad?.

Irene.