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domingo, 12 de agosto de 2012

Ahora mismo ya no se puede dar más.

Ahora. Es un simple ahora. Un soplo de aire en el tiempo, una pendiente que toca fondo, se pensaba que no llegaría tan abajo pero llegó, no se puede hacer nada. Ahora. Un ahora tétrico dicho en un pub todavía más tétrico, bajo tierra, arriba los mortales felices en su mortalidad, abajo los inmortales tristes en su inmortalidad. Se levanta uno a uno y se coloca en el podio, lee su poema más hondo, y nadie comprende sus letras, porque como sucede con todos nadie entiende palabras sueltas en una hoja de papel. Recitan poemas muertos, poemas echos con el corazón y nadie lo entiende, ¿entonces cuál es al razón por la que los recitan?, a lo mejor es que buscan a la persona que levante la mano y diga que ella encontró la solución y se la puede mostrar, la persona que le enseñe a bailar como los mortales. Son poemas de taberna.
El tipo del corazón vacío. Hay un sentimiento superior a la soledad, piensa él. Es el sentimiento de rabia, tiene un hipótesis; nadie que se ha sentido solo le teme a la soledad, porque la soledad es un lugar, no es un sentimiento, es un sitio donde vas, o a donde te llevan, que te acepta, que te perdona, que te hace sentir bien incluso cuando solo quieres sufrir. Que lo que verdaderamente hace que te arrodilles en la ducha y te arañes las piernas hasta sangrar es la rabia, la impotencia y el sentimiento de que no eres nada.
Y ahora, aprovecha que se hace tarde, atrévete a decirle a aquel tipo, que pensó que sería un buen plan pasase por el pub este martes. Ahora dile a ese que todo se arregla con una sonrisa, ve y atrévete a mentirle a alguien con años de experiencia. Ve y mirándole a los ojos dile que tiene toda la vida por delante, que todavía es joven, pero será una perdida de tiempo, porque eso ya lo sabe, y el olor a incienso en el ambiente, también lo ha detectado, puede oler el optimismo en tu voz, y el olor a colonia barata que llevas puesta. ¿Puedes tú oler en él que lo único que quiere ahora es abandonarse en su dolor? Como si toda su vida fuera un mal amor que le ha dejado mal sabor de boca en su salida por la puerta. Recuerda unos versas de hace mucho tiempo, unos versas que escuchaba y que le gustaban, un poco de placer que se regalaba de vez en cuando: 
Aplazado, de nuevo inacabado.
Agotado, no sé si podré dar más.
Despistado, proyecto rechazado.
Atontado después de aterrizar.
Descartado el dormir a tu lado.
Castigado. Está prohibido pensar.
Destronado y quemado lo quemado.
Infectado por ti cualquier lugar
que hayamos pisado...
Mientras otros recitaban su alma él, metido de lleno en su canción, pensó que eran ese tipo de versos que cuando los escuchas te miras a ti mismo a la cara como saludándote y diciéndote: Bien venido a tu vida, chaval. No es gran cosa, pero está bien para ir tirando

Irene.

                                                                         

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