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sábado, 4 de agosto de 2012

Al fin y al cabo, es lo único que queda.

-Dime; cuerpo tumbado en la arena. ¿Porque crees, ahora, que eres más que yo?
Y lo preguntaba muy en serio, con los ojos verde oscuro clavados en los ojos oscuros del cuerpo tumbado en la arena. Porque solo es eso un cuerpo tumbado en la arena. Y el cuerpo no sabe porque ha actuado de esa forma durante años; ¿para sentirse mejor consigo mismo? No. ¿Como una especie de alivio ante el maltrato en su casa? No tiene respuesta. Sus progenitores lo llevaron al límite de su moral, hasta destruirlo tanto que solo es un cuerpo; un cuerpo tumbado en la arena porque ha sido derrotado, por alguien que creía más débil que él, se ha dado cuenta que alguien más débil que él, no existe. No dijo nada, no tenía nada que decir; o mejor dicho, ya estaba dando una respuesta, el silencio, el silencio que dice que no sabe el porque, que no sabe ni quién es. Pero ella se había guardado mucho y él había abierto la caja de Pandora de su silencio, ahora que cargara con las consecuencias de sus actos transformados en palabras.
-¿No tienes respuesta? Vaya, que novedad. Pues resulta que a mi si que me queda algo más que decir; mírame he perdido a mi alma y tu tienes los ojos fríos. Que pareja, ¿no?.
Y la tierra. No nos podemos olvidar de la tierra, como iba carcomiendo la piel del cuerpo tumbado de ojos fríos. Iba subiendo milímetro a milímetro por sus brazos desnudos, comiéndose poco a poco la coraza que él con tanto esfuerzo y sacrificio; sobretodo con el de los demás, había logrado que recubriera todo su cuerpo. Indestructible se creía y resulta que solo hizo falta una caída para ser derrotado. Así que no, la respuesta es no.
-No, no me creo más que tú.
Dijo mirándola a los ojos que reflejaban una alma perdida, abandonada por si misma, rota en mil pedazos...
-¿Y ahora?
Dijo ella al borde de las lágrimas, ya casi no se le oía, peor él lo entendió a la perfección. ¿Y ahora qué? Era la pregunta. Después de dejar claro que él era un cobarde y ella una valiente, después de haberlo dicho todo, de haberse cambiado los papeles que ya le pesaban a ambos, ¿que quedaba?. Lo que si sabían era que nunca más. Como el cuervo de Poe: Y dijo el cuervo; nunca más. Y dijeron ellos; nunca más.
-Ahora no queda nada.
-Pues entonces volvamos a casa. Al fin y al cabo, cuando alguien se pierde y se encuentra, ¿que más que dar media vuelta recorriendo el camino hasta casa?
Los dos lo supieron; quedaba irse a casa, como dos sombras diferentes peor unidas en el infinito. Como dos mundos desconocidos que han encontrado su lugar en el mapa.

Irene.

                                                                  

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. tu texto esta interesante , largito pero genial, lo leí todo jeje,y tenes toda la razón

    saludos...

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