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miércoles, 1 de agosto de 2012

Digamos que no sé quién soy pero sé a donde pertenezco.

Hoy, 1 de agosto de 2012 a las 19:20, voy a confesar lo que tanto tiempo me ha rondado por la cabeza y solo hacía eco en mi interior. Algo que siempre me ha molestado, que está ahí que me lo recuerda mi subconsciente todo el tiempo.
-Que no puedo sola. Que aunque me haga la fuerte, ¿en serio todos los problemas se esfuman sonriendo todos los días? No, no lo hacen porque vuelven, vuelvo a comerme la cabeza con cosas sin importancia, vuelvo a obsesionarme con los ojos que me devuelven la mirada en el espejo, con las palabras de personas que solo querían decir lo que decían pero que yo les dí trescientas vueltas a esas palabras hasta que perdieron su significado real. Todos las noche sueño con que aparece la persona a la que no tenga que justificar mis actos, odio hacerlo, odio explicarme, odio desnudar mis sentimientos, odio decirlos en voz alta, odio tener que mirar a las ojos a la gente, odio tener que sonreír siempre aunque no quiera, odio ser tan despistada, odio parecer que no me importa nada cuando la verdad es que si que me importa y mucho, así que por todo lo que odio y por muchas cosas más... quiero que aparezca la persona que haga que deje de odiarme.
-Que mis miedos no se han ido. Siguen ahí escondidos, recriminándome, haciendo que mi cabeza se justifique e invente cosas para sentirse mejor. Dicen: Sé tu misma. Pero es que no sé como soy... no lo sé. Es verdad tengo rasgos que se ven a simple vista, introvertida, despistada, soñadora... sí, todas esas cosas que con solo un vistazo te clasifican en un tipo de persona, pero dentro de ese tipo de persona te haces la pregunta: ¿Quién eres?.
-Complejos. Millones de complejos que te hacen querer imaginarte de otra forma, verte como se ven muchas. Soy débil, admítelo. Quieres vivir, y no puedes, admítelo. Mi subconsciente me da empujones hasta empotrarme contra la pared de mi cabeza y no para de decirme que lo admita, que admita que yo no lucho en ninguna guerra que mis guerras no dependen de mi, que mis guerras nunca me han pertenecido.
Podría gritarle al mundo lo que hacer para que dejaran de ser infelices y no poder gritarme a mi misma lo que hacer para dejar de serlo. ¿Como se siente alguien que está destruido por dentro? Como si no estuvieras vida, y tuvieras que de vez en cuando tocarte el corazón y saber que funciona. Las cosas podrían ser más fáciles y no sé si soy yo quien las complica o es que son complicadas directamente pero yo... yo no sé como acabará mi historia, ni siquiera sé si se está escribiendo. Me muevo en una montaña rusa, y es que estoy quieta, es que yo no quise montarme en ella, es que mi corazón no dice nada ni tampoco siente, solo un extraño vacío y de vez en cuando dolor. Mi cabeza dice demasiado y nada de lo que dice es importante en realidad y mi cuerpo dice cosas que intento comprender, lo malo es que cuando le entiendo no puedo darle lo que pide.
Dime lo que quiero oír. Pero sobretodo quiero que digas lo que piensas en realidad y que sea lo que quiero oír. Es decir; quiero que quieras complacerme. ¿Error de la frase? No se lo digo a nadie, pero la repito en mi cabeza y hago que un eco la extienda para que por si alguien la oye... lo sepa.
Y esto es lo que escucho mientras escribo esto. Sí, me encanta el sonido del piano y verlo tocar me enamora, esos dedos que se mueven ágiles por esas teclas blancas y negras, a mi no me dicen nada los signos y en cambio a quién lo sabe tocar les cuenta un mundo. Unos se imaginan que su vida en la banda sonora de una película y otros que su vida son un montón de palabras sin sentido y que su fin es hacerlas concordar, supongo que todo no se puede tener, yo elegí los libros y las letras antes que a la música y sus notas.
                                                        
Irene.

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