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sábado, 11 de agosto de 2012

Pensar, desear, esperar... Verbos de la primera conjugación, tienen algo en común ¿no?.

Silencios inculcados por el tiempo. Otra vez se habla de ellos.

                                                                     

No sé que haría sin mi vida. Esto solo tiene sentido para mi, puede que no tenga razón, pero dime: ¿que harías si te quisieran arrancaran de donde eres, para llevarte a un lugar al que no perteneces? Adaptarse no es una opción, porque se dice muy pronto, y se tardan muchos años; 14, me ha costado a mi, pertenecer a donde pertenezco, conocer lo que conozco, ver lo que veo y vivir lo que he vivido. Soy de aquí, por mucho que digan yo soy palmera y me emociono con la danza de los enanos, disfruto revolcándome en arena negra y me gusta coger la guagua para ir a los llanos para poder ir al único cine de la isla. Me gusta que la gente del velachero me ayude cuando yo no puedo y me apasiona moverme por la ciudad con los ojos cerrados, de todas las veces que he recorrido sus callejones, se todos sus secretos y conozco a toda su gente. Irme sería abandonar una parte de mi y no volver sería perder parte de lo que será mi vida, porque quien soy yo sin mis amigas y los recuerdos que surcan las calles.
El silencio que prosigue a mi pregunta de que seré yo sin esto es abrumador, la nada es la respuesta. Solo queda... ¿rezar? Yo no sé rezar. Pensaré en que puede que aguante durante tres años más solo tres, y después quedará desear poder volver.

Irene.

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