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miércoles, 30 de enero de 2013

Llueven rosas en la calle tres.

Abre la puerta de la entrada y un suspiro se escapa de entre sus labios suaves y delicados, su propio aliento los acaricia disfrutando del contacto, se esfuma y funde con el aire de la casa ya instalado.
Es de noche. No muy tarde, ni muy pronto. La luna quiere entrar, y lo hace. Ya no hace falta que encienda la luz.
El aliento fundido con el aire le dice a la luna a lo que saben sus labios y ella no bastándose con eso le pide acariciar su cuerpo, mientras sus brazos, rayos de luz clara, la inundan.
Y esta acepta la invitación.
Con la mirada perdida y las sombras que reflejan su cuerpo y los muebles, se retira, decidida, el tirante derecho de su vestido negro.
Si hubiese tenido los zapatos puestos se los habría quitado primero pero el silencio se los había arrancado, para acabar tirados en mitad del pasillo.
La luna extasiada espera paciente al otro tirante resbalarse por el brazo izquierdo.
Las farolas querían verla sonreír pero ella se mantenía sería y ausente de todo menos del deseo de la noche.
Antes de que el vestido se le resbalase por las curvas de su cuerpo se acerca a las cristaleras que hacen a la vez de ventana y pared. En frente de su edificio, había uno igual al suyo pero con diferentes corazones latiendo, no todos estaban en casa esa noche, unos dormían y otros no hacían nada, pero ella se imaginaba que todos estaban pendientes de su próximo movimiento.
No se equivoca tanto; él, que la observaba desde hace mucho, o poco, según se mire, observa como mira el tráfico a su alrededor, como dedica solo un segundo a recorrer su propio edificio y como no le ve a él, se da cuenta de que la luna la espera, no sabe como pero lo sabe, quizás sea porque parece reposar entre nubes, o quizás porque ha dejado de alumbrar al mar para alumbrarla a ella.
El ruido de fuera le llega amortiguado, y deja caer el vestido, se deja ver por la luna que la empapa. Entonces él tiene miedo. Algo le recorre de arriba a abajo y averigua sin sorprenderse que la ama, sin conocerla, como la luna, en silencio las cosas se saborean mejor.
Ella se lo permite, porque lo hace para la ciudad aunque esta parezca no darse cuenta, se desabrocha la parte de arriba de su ropa interior y queda expuesta aunque no completamente, todo sigue según su ritmo normal, pero a ella no le importa; que le sigan lamiendo los rayos de luna su cuerpo, que él siga sufriendo por querer y no poder, que la farola siga queriendo su sonrisa, que ella le regala su piel y su alma a la ciudad.
Pronto también se quita la parte de abajo y ahora es completamente de su silencio, del silencio de él, de la luna que suspira y de las luces a medio apagar y de la ciudad... que no la mira, pues solo es un corazón más bombeando la misma sangre que en el resto.
Le pregunta al viento si se lleva sus cartas y besos, que se caducan en la mesita de su habitación.

chico, lindo, niña, vidaQue ella lo que quiere es ser amada por una ciudad que no la quiere, que él quiere amarla como la ciudad no lo hace.
Silencio que descansa entre ventanas, cristales y asfalto, desaparece y conviértelo todo en un buenos días por la mañana, en te quieros en el sofá,... pero la luna se va antes de que ella pueda acabar su súplica de enamorada...

                                                                              


domingo, 27 de enero de 2013

Si vas al final, te encuentras con lo mismo del principio.

A nadie parece importarle. Lo que tuviste ya no lo tienes, has vuelto a perder.
¿De que se sorprende? Una vez dijo y escribió que su mayor temor era perder, pero tiene una afición que es superar miedos, por hobby. La semana pasada lo consiguió, y pretende para la próxima superar los que le quedan.
Pero otra vez; hay que aprender a no prometer a no decir la palabra eterno, porque todo se termina y nada es efímero ni siquiera tú.
Echarse la culpa así mismo le parece otra forma de perder, así que no lo hace. Pero piensa que hacer para dejar de hacerlo, para dejar de perder la misma jugada con distintos jugadores.
Ya casi le parece cómico y sonríe contra el cristal de la burbuja creada a base de pensamientos muertos. Leer a Neruda no es la mejor solución, pero no hay soluciones válidas a decidir que clase de medidas suicidas de recordatorios en el calendario hay que tomar.
Escuchar una música que no entiende parece ser la tila que no calma, parece estar echa para ella.
Si se conociera así misma en una mesa cerca de la ventana y se viera sonreír, se enamoraría. Hay quien no lo entiende, pero es muy fácil: Tú te haces según te parece que eres mejor que antes, si pretendes cambiar lo haces a mejor y tus actos se rigen por una ética y moral que crees correcta y justa. Contigo mismo podrías hablar y filosofar con todo lo que quisieras y no pasaría nada, porque tú mismo no te vas a crucificar, te harías reír y conociéndote nunca harías algo que te fuera infiel a tu persona y si lo haces, ¿que importa?, tendrás que perdonarte tarde o temprano.
Te quieres y dejas de hacerlo, te das un tiempo y vuelves, intentas no mentirte y nunca reprimirte de ser quien quieres ser. Ser amigo de uno mismo, interesante. La mejor idea que ha tenido en toda su vida, y es fácil, y no hacen falta complejos, porque tú ya te amas, solo te tienes que gustar a ti, y puedes jugar a ser muchas personas, para después volver a ser tú y saludarte con una gran sonrisa de bienvenida.
Podrías ser y sería fácil, podrías complicarte entonces la vida y tú ya no te bastarías, entonces cerrarías la puerta del piso que decidiste compartir contigo y harías vida nueva lejos de ti. Entonces recordarías todo lo que eras y te echarías de menos, y cuando volvieras y te dieras cuenta de que hace tiempo que aquel tercer piso está vacío volverías a instalarte allí por los viejos tiempos.
Y luego, todo lo que harías luego sería todo aquello que no hiciste antes porque repetir actos y errores no está en tu lista de tareas por hacer.
Y si pierdes al solitario siempre puedes volver a hacerte la revancha, porque aunque sea difícil hablar consigo mismo, se consigue y tus ojos solo brillan para ti.
Has vuelto a perder, pero como siempre; se recogerán los pedazos de algo roto, y se escribirá una nota firmada con tu anónimo. Aquellos anónimos que todo el mundo sabe quienes son.
Permítete odiarte para reconciliarte.

Has vuelto a perder pequeña
pero no derrames lágrimas por nada,
yo lo has echo demasiado.
Te he preparado tu sandwich preferido
hazme el favor de comer algo, mañana te traeré para desayunar
croissants como los que a ti te gustan.

Tú Anónimo.

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~Prometo echarte de menos cada vez que te recuerde,
prometo olvidarte cuando ya no me hables;
Prometo poner cuanto más candados enredados en la eternidad,
porque cada vez que diga fuck the world
soñaré con etiquetas y promesas:

-Fuck the world.
Te veo esta noche
.

~Going in Circles~


                                                                             

lunes, 21 de enero de 2013

7. Last Summer.

Rafe hizo volar una pestaña que se había desprendido de su ojo derecho. Se había quedado unos segundos con los ojos cerrados y después había soplado.
Los deseos se pedían así, en silencio, sopesando las opciones entre todos tus sueños, pensando en que hacer con la pequeña pestaña que había decido caer.
-¿Que has pedido?
Entrecerré los ojos, el sol me daba en la cara y me hacía no ver bien el rostro de Rafe, el miraba hacía delante y estaba serio, no parecía muy convencido de que el deseo se cumpliría porque sino estaría dando saltos de alegría. Las hojas secas del prado se me clavaban en las palmas de la mano. Estábamos cerca del faro, en un campo no muy lejos de la costa, era espacioso y parecía solo servir para pasto de vacas y demás animales de ganado.
Para mi no era más que un prado donde los bichos no deseados te escalaban los brazos y te picaban las piernas. Quería irme de allí lo más pronto posible pero por no molestar la placidez de Rafe soportaba cualquier cosa, su nariz llena de pecas aspiraba el aire campestre lentamente, sin prisa, y a mi ver su respiración me relajaba tanto que casi me quedaba dormida sobre aquellas hiervas punzantes y molestas, bajo ese sol que calentaba el mar, el faro, las gaviotas y a mi... Me apoyé en los codos y cerré los ojos; estaba a punto de cumplir mi deseo sin haber soplado ninguna pestaña cuando Rafe habló.
-Que nada cambie.
Lo dijo muy serio y pensativo y me hizo recordar los olivos. Los olivos eran uno los árboles que más le gustaban a mi abuelo, Julio Harrison, cuando hablaba de ellos, aún teniendoles mucho cariño, siempre los nombraba serio y pensativo, los acariciaba y miraba las hojas por si alguna oruga que pronto que convertiría en mariposa había decidido instalarse allí.
Abuelo decía: 'Que bonito es el paisaje que solo se aprecia cuando no quieres ver nada más que lo que tienes delante de tus narices, pero hay que mirar más allá Alicia, porque delante solo se encuentran olivas enlatadas, pero si miras más allá ves a gente acariciando los troncos de los olivos torcidos para que se pongan rígidos, ves esfuerzo y dedicación. Hay que mirar más allá.'
Y yo como buena nieta, le parafraseé en la mente y le hice caso. Miré más allá de unos ojos tristes y pensativos y me imaginé que fue lo que había provocado que el chico risueño y amable se convirtiera en una tercera parte de la sombra de mi padre.
-Las cosas tienen que cambiar, para bien o para mal pero lo tienen que hacer sino... ¿que sería de las buenas ideas?
Pensó.
-Puede que tengas razón, pero si las cosas cambian significa que se pierde algo ¿y que es de lo que se pierde, donde queda?
En la mente de los que lo conocieron.
Pero no lo dije, solo le miré y pensé que era lo más triste y hermoso que había visto nunca, como la gramola de su tía, vieja y deshecha, pero hermosa, y yo la recordaría el día que la señora Hays decidiera tirarla, yo la recordaría y nunca se perdería. Yo recordaría a Rafe y el sería el mago de todos los tiempos porque yo lo querría así.
En esos instantes no me imaginé el porque de ese deseo, a lo mejor si no me lo hubiese dicho ni yo preguntado se hubiese cumplido, pero de nada sirve pensar en lo que pudo haber sido y no fue, así que en aquellos instantes en los que él no sonreía y miraba a lo lejos me pregunté porque alguien de catorce años pide que nada cambie, y piensa en perder cosas, cuando a esa edad se supone que debes ganar.
Me llevó a casa a las ocho pero no se fue hasta las diez, estuvimos jugando a las tres en raya, Rafe perdió tres veces, la señora Hays y yo empatamos, en la revancha volvimos a quedar empatadas y el sonriendo aceptó la derrota. La señora Hays y yo empatamos en otra cosa; en fe, las dos creímos demasiado, confiamos en promesas rotas, y sugerimos volver a firmar contratos sin ningún valor, solo por agarrarnos a algo si todo se derrumbaba. No sirvió de nada, y no lo sabíamos.

Derramé un par de lágrimas antes de que Alex se acercara corriendo limpiara mis mejillas con la yema de los dedos, leyera las dos última líneas y como una ficha de dominó; empezar a llorar también. Rufián se arremolinó a nuestros pies y ronroneo quedamente. Los tres corazones rotos, dos heridos y uno robado, se abandonaron al llanto durante un rato, después cerré la libreta y la guardé en el cajón del escritorio.

                                                                             


                                                             


domingo, 20 de enero de 2013

De tanto recordarnos... Solo queda el calor y la luna.

Hacía mucho calor. Y lejos de allí, Él de pelo negro alborotado unos ojos más verdes que castaños temblaba entre tanta colcha y manta. Ojalá le echara de menos en esos momentos, ojalá porque nunca se sabe, pero te sientes bien al pensar que alguien te ha echado de menos y te ha recordado recortada a la luz suave de la mesilla de noche, con una pila de libros encima, y un boli en la mano para no perderse de línea.
Hace calor. Casi nieva en las cumbres cerca de la ciudad y los abrigos te calentaban de todo menos la cara y las manos, agrietadas, rojas, dañadas por las grietas congeladas del aire frío, esas heridas dejan de sangrar para congelarse, para dejar de borbotear palabras del lado izquierdo del cerebro.
Atisbar desde el otro lado de la hoja de la puerta no esta bien, pero la curiosidad mató al gato y el gato ya llevaba muerto mucho tiempo; se quedó mirando recuerdos entrelazados, eran pocos pero únicos. Se pasaba horas acostada sobre la cama observando como se movían ante ellas esas imágenes que alteradas con pensamientos de arrepentimiento se tornaban algo grises. Sin culpa, hacía calor.
Dijo de pintar todas las habitaciones blancas con muchos colores. Dijo de desabrochar dos botones de su camisa.
Si este es mi momento y mi tiempo, porque el reproductor de música se atascó justo cuando empezaba a mover el pie derecho. Creí haber leído el príncipe feliz y lo recordé; ese gorrión que se quedó para ser los ojos y el corazón de un príncipe de piedra que pensó en ser feliz y había demasiada pobreza para estarlo, ese que dio sus zafiros como ojos y su rubí como escudo en la espada, para dar de comer a un pueblo que lo odió.
Pero déjame volver a cuando dije: Mamá, ¿cuanto falta para 2012? Tendré quince ¿verdad? Pues yo no quiero que se acabe el mundo cuando solo tenga quince años.
Parecía un comentario sin importancia y quedó grabado en el diario, para recordarme sobrevivir a tantos fines de mundo como el telediario quisiera poner. Salía de un cine que ya no está, algunos luchamos para que se quedara y no lo hizo, luchar porque algo no cambie es más complicado que para que algo lo haga. Porque yo recuerdo lo que sentí una vez, pero no lo que sentiré cuando esa vez ya no exista.
Hacía calor, y ni él ni ella lo sabían, pero querrían que los recordaran como siempre fueron. Ella lejos, y él muy cerca. Ella esperanzada con mover cada mínimo músculo de sus finas alas, y él concentrado en no perder el equilibrio por no saltar, por miedo, porque eran diferentes.
Hacía calor

los momentos en que la luna sonríe,                                
negro y blanco, sonrisa, texto
Ella lo hace también 

Él se acuerda de Ella.

martes, 15 de enero de 2013

~
Lo siento. No he sido la mejor persona del mundo y me siento hipócrita y falsa cada vez que sonrío sin querer y contesto sin hacerlo, por cada vez que uno piensa de mi lo que mejor le conviene y ninguno se acerca ni un poco a la verdad. Pero me da igual.
Solo que me gustaría que alguien me dijese si él estaría de acuerdo conmigo o me diría que me parezco tanto a ellas que casi no quiere saber que más seré dentro de poco, me has echo preguntarme que ves de malo en una mesa de madera y una familia sonriente, porque dicen algunos que despreciabas; que yo era pequeña y solo recuerdo de ti esbozos de risas y manías, que solo espero no olvidar, que solo espero que me quieran tal cual soy, igual que yo hago. Que no esperen de mi nada, porque no lo van a conseguir, que necesito más de una semana para poder hablar fuerte y con confianza, que no, que no puedo que soy incapaz de decirte algo que no vas a entender, que huyo del olvido que solo viene cuando sueño, cuando sueño que todo vuelve a empezar.
Llamar de nuevo es de tontos, dejar de hacerlo de cobardes, así que dime, ¿que harías si tuvieras mucho que decir y no dices nada? Siempre te echo de menos pero no te sientas menos aunque veas que lo escribo mucho a lo largo del día, es que yo echo de menos hasta el olor de la flor de la vainilla, hasta las nubes de verano, y el frío de invierno. Ayer se me hincharon los labios; ya viene la primavera, llueve y hace calor por la tarde, los pájaros cantan más que de costumbre y las flores empiezan a brillar.
Viene antes, como siempre. Se queda poco, vendrá el verano antes de que me de cuenta de que ya llegó Marzo.
Lo siento. Sé que no paro de disculparme pero es por todas las veces que no lo he dicho, igual también debería decir Adiós más a menudo, porque siempre se me olvida y un Te quiero como reproche a los muchos que no te dije cuando te tuve detrás del teléfono.
Siento que no llegaras a conocerme de verdad, perdóname por ser tan ciega. Pero es que... Las lágrimas vienen años después cuando en mi cumpleaños no me llamas ni te tengo en la agenda del móvil, y cuando llega Navidad, tu no presides la mesa, ni me cuentas batallas de guerra, esas que el abuelo no me cuenta por no querer recordar.
Siento desilusionarte tanto, como siento desilusionarme a mi de vez en cuando, pero es que... No se tiene excusa cuando querer desnudar el alma es tan difícil como imposible es llorar debajo del agua, ¿imposible? ¿Que lo es? ¿Que deja de serlo?
La sal escuece, y el agua de la ducha hace sangrar heridas de un futuro que solo me imagino entre las sábanas que no huelen a mi, se echa de menos tu cama aunque grande y fría pero siempre tuya. SomoS infinitos papá, lo somos siempre, desde que abrimos los ojos por primera vez hasta que los cerramos por última. Lo somos, lo sé.
Me tengo que ir. Volveré mañana, aunque mañana nadie sabe lo que ocurrirá; a lo mejor mañana la colcha azul y blanca vuelva a aparecer, a lo mejor mañana me levanto antes y veo el amanecer;
que bonito se ve desde arriba papá,
si te paras unos segundos casi te terminas de creer
esa historia de los ángeles y los milagros.

popular brasileña, pecas, niña

'A la gente le pareció horrendo que yo hubiera
invitado a cenar a las cosas malas de la vida,
y encontrado placer en su
compañía.
'
~Oscar Wilde,
                                                             
                                                                 

sábado, 12 de enero de 2013

"Ven a romper las ventanas y hacer del caos un arte, voy a romper tus ventanas, y entrar como el aire..."

Esa parte fuerte que aguanta, que disfruta de las viejas canciones de Bob Dylan se derrumba, deja de existir. Ciudad en guerra, ciudad condenada que ha cumplido con su destino otra vez, porque la película se repite como en la política.
Y la otra parte, esa que es menos importante pero recibe más atención la que llora mordiendo la almohada, la sensible que se asusta de las palabras, la que teme el corazón por el daño que le causa, la que se hace más fuerte por cada respuesta incongruente, crece, y hace un parque donde antes no había nada y se podía respirar, crea edificios que rozan el alma y a veces se mantiene en una niebla permanente, un pueblo escocés escondido hasta que se despeja la vista y el paisaje se deja ver.
¿Quienes somos para decir "Haz lo que quieras", quienes se creen ellos para convertirse en personas frías que parecen no sentir nada hasta que lo sienten? Una palabra crea otro jardín en mi escocia perdida, una mirada condescendiente y otra carretera se dirige al centro de la ciudad.
¿Quién eres tú? ¿Cómo te atreves a decirme que me quieres cuando me haces daño? Cuando alguien quiere a alguien no hace daño, nunca deja que derramen lágrimas por ellos... Eso solo lo hacen los monstruos, mi monstruo pero no el tuyo.
Pero al final cuando ya no queda una piedra del viejo mundo en pie, recuerdas que da igual todo, que nadie parece percatarse de lo difícil que es no escuchar, de lo fácil que es perdonar y lo difícil que es que te pidan perdón.
Todo parece dar vueltas, dejemos que todo fluya por favor, no quiero, no quiero volver nunca más, podrás escribirme desde allí diciéndome que todo va bien que todo está bien, pero yo estaré lejos y nunca más lloraré por algo que no vale la pena, nunca más, mírame y dime que nunca más escupiremos al aire y caerá, quiero desafiar a la física, porque ese cinco no me lo merezco porque quiero destruir esas leyes y crear unas nuevas una que digan que si empujas puedes hacer más fuerza que el peso de la tierra y destruirlo, que puedes flotar y engañar al ascensor para que en vez haber una persona no haya nadie, ¿me entiendes? Y si no da igual, da igual, ¿no ves que todo lo da?
No ves que la poesía me desconcierta, que no la entiendo, por eso me la escribí en el reverso de mi libreta, para tenerla cerca y mirarla de vez en cuando, cuando los pensamientos estúpidos me pregunten si estoy bien, si estoy bien y si debería ser diferente. Que no, que no lo estoy y que si que lo debería, que entiendo a todo esa gente que no se acepta pero que no es culpa suya, esas normas sociales, son tan estúpidas, como no aspirar el humo con sabor a cereza y tabaco cuando no paran de reprocharme, cuando hacen crecer parte de mi pequeñas y patéticas columnas de inferioridad y de miedo, tan patéticas y penosas que no las soporto, la poca inseguridad, la poca autoestima, a quien coño se le ocurrió decir como debes ser, quien se inventó eso de "lo normal". ¿El bien y el mal, donde acaba uno y empieza el otro? ¿Puede ser algo que no hace daño a nadie más que a ti mismo algo malo? ¿Puede ser algo tan horrible el echo de decir cosas que nadie más entiende excepto tú? ¿Porque? Y ese porque, ¿porque? Oh, por Dios, ¿porque? Porque se crean los complejos, porque hacen sentir tan mal, no bastaron las palabras y los versos con melancolía que se creó a la chica perfecta y a ese príncipe, porque siempre habrá algo rosa y algo azul, porque hay quien todavía piensa que el amor solo tiene una forma y un molde. Dime, dime que ahora todo será mejor cuando vuelva a abrir los ojos, ¿que es más verdad, ese sueño borroso y sin rostros, pero en donde me acarician y me dicen que me quieren y no mienten al hacerlo, o ese que en vez llamarlo pesadilla lo llaman realidad?
Si pudiese desaparecer, un segundo, una calada más, ¿es algo malo? ¿crees que mataré muchas neuronas? Si, pero da igual, ¿no ves que todo da igual?  
Pero quiero que sepas algo, yo no hice nada malo, el único pecado capital además de enamorarse y matar es el de confiar que te querrían por encima de todo. Porque ese todo esta muy limitado a casi nada.
Subiré el volumen. Me pierdo por cada párrafo sin sentido que escribo, pero da igual, ¿todavía no te has dado cuenta? Ya nada importa.



"¡A todos fuck you por igual! ¡Miauu!"



                                                             

martes, 8 de enero de 2013

Déjame que sueñe una vez más y ya hablamos si eso, ¿vale?

No habrá más oscuros pasadizos que los que tú mismo que te quieras imponer y sobre filosofar a cerca de algo es tan impropio de ti que si lo haces te pierdes y lo último que se tiene que perder además de la esperanza, que esta sucede es la primera y última que se olvida, se pisotea, se recoge, se cosen sus pedazos y de vez en cuando te pinchas con la aguja en algún movimiento demasiado rápido o lento de tu intento de coser... Después de eso; a ti mismo.
-¿Francia, Inglaterra o Italia?
-Italia sin dudarlo un segundo.
-Mmmm... Según esto pone que lo más romántico es París.
-¡Bah! La gente ya no sabe lo que significa ser un romántico.
-¡Anda! ¿Y tu sí?
-Pues sí.
-Lo que tu digas...
Que furia crecía dentro de ese pequeño cuerpo inexperto en el arte de caminar pero pro en el de caerse y volver a levantarse, ¿como se pierde el miedo a caer, chicos? ¡Cayendo!, una y otra vez. Hasta que ya no te duele, hasta que estás mejor en el suelo que de pie, hasta que te acostumbras a mirar al suelo para no tropezarte de nuevo, hasta que dejas de mirar pensando en algo que no sea dejar de hacerlo, es algo malo eso de no tener nunca nadie que te diga que eres alguien, porque lo necesitas, y no puedes obligar a nadie a quererte pero si puedes obligarte a ti mismo a caer y quedarte ahí, porque se está mejor, mirar el cielo, sonreír como movimiento melancólico.
-Si quieres que te lo explique y eso...
-Me da igual.
Hay quien debería medir las palabras, y otros que deberían aprender a taparlas con sacos de cemento, pero duele, todo parece doler. Me digo que siga hablando, mientras mis labios reproducen algo que pensé hace siglos y que ahora pronuncian por simple inercia, esa conversación la tuvieron mis labios y el silencio hace tiempo.
~Italia tiene ese no se qué que no tiene ningún otro país, cada uno tiene algo especial, pero Italia me atrae más, con sus obras, con su David, con su historia, con su idioma, con su comida que alimenta las callejuelas, con sus diferentes leyendas y fiestas, con sus pequeñas ocurrencias, con sus arte con sus museos, con sus plazas, con sus Iglesias, que sea como sea, sagrado o no es un lugar precioso... Conocer de primera mano al Miguel Ángel, Da Vinci, Botticelli, la Gioconda... Italia es Arte, con una Roma... ¿Y que me dices de Venecia con su misterio y las máscaras? ¿Y Florencia? Ohmmss... Florencia, el solo nombre ¿no te hace suspirar?
-A mi me da igual a donde ir, pero si a ti parece hacerte ilusión Italia pues vamos y punto.
Tan fácil, uno expresa lo que piensa y otro lo calla dándole la razón, no saben debatir con pasión y arrebato. Me gusta Italia, pero me gustaría más si me hubiese ganada el echo de ir por haberla defendido por encima de otros sitios. Simplemente, prefiero callar y no decir nada, antes que me den la razón como a los tontos.
-¿Cuando?
-¿Cuando quieras?
-Mañana.
-Demasiado pronto. Mejor en tres semanas.
Y el deseo de perderse, y el ansía de leer en la Toscana, y los suspiros de el inmenso placer de sumergirme en un murmullo, fotografiar la torre inclinada, si no tan bonita como la torre Eiffell, tiene su encanto personal y eso la hace única. Eso desaparece para darme cuenta que no es solo el simple echo de viajar es lo que hace que sonría y mi corazón, normalmente vacío, se llene de ilusión, si no que es otra cosa, quizás el echo de alejarme de aquí tan lejos que nunca más pueda volver, vivir a la sombra de una casa ranacentista en un país de Cultura y Arte por doquier, quizás cuando ya dominando a los literatos Italianos me marche a París y por una vez en mi vida sienta de deseos de aprender ese horrible idioma.
Quizás sea el echo de poder hacer lo que me venga en gana y no preocuparme de nada, solo de vivir, sea eso lo que me hace girarme y decirle muy seria que mejor pasar el verano en familia, que Italia no se ha movido de ahí en todo ese tiempo y no piensa hacerlo actualmente.
-¿Has cambiado de opinión?
-No es solo que me ilusiono tanto por algo, tengo tantas ganas de encontrar eso que me haga ser mejro y decidirme que temo que todo se vaya al traste, quiero quedarme aquí y soñar con Italia, quiero imaginarme mil romances, porque eso es a lo único que podré agarrarme cuando la realidad me diga que todo eso solo puedes hacerse realidad en las páginas de un libro o en la cinta de una película antigua.
-Lo siento.
-No pasa, suele pasar.
Un pitido ensordecedor nos avisa de que mi tía a llegado, mi prima se levanta del muro y va  a darle corriendo la noticia a su madre, yo saludo con la mano y me sumerjo en las aguas italianas de noche mientras imagino que hay una lluvia de estrellas y que fotografío amaneceres en mi casa Toscaniana, siento el sol en la piel, y las agujas llenas de tinta pintándome la piel blanca de negro, suspirando versos en latín y ya he viajado lo suficiente, justo antes de sentir el dolor cuando la mano del tatuador repasa una segunda vez el dibujo.

                                                      campo, flores, naturaleza, fotografía

                                                                     

lunes, 7 de enero de 2013

Si es ahora me rompo, si espero a después demasiado tarde... Así que volvamos a 'antes' y empecemos otra vez.

Son tantas las preguntas que se cruzan por mi cabeza, se quedan un rato, tanto que acaban cuestionándose así mismas el echo de estar ahí.
Dicen que para solucionar cosas de tu vida tienes que preguntarte a ti mismo. Es eso tan complicado, porque no sabes lo que quieres, porque no sabes quien eres, porque no sabes nada, y quieres saber más y cuanto más descubres más cuenta de das de que las preguntas se hacen, poquito a poquito, más complicadas, más liosas, más mortificantes, más perturbadoras.
Sé, que algo de mi se encoge cada vez que me doy cuenta de que tengo miedo, sé que cuando se me eriza la piel es que algo esta bien pero yo no lo quiero reconocer.
Como yo cuando afirmo, totalmente convencida, que es completamente imposible que después de esto no haya nada, ¿como puede ser que estemos aquí solo por estar? No, no es posible.
Ser como Peter Pan... A mi nunca me calló bien ese chico, ni Wendy, ni sus hermanos. Yo prefería a cinco o siete chicos que descubrían cosas, que cambiaban las vidas de personas incompletas, mi favorita era Pam.
Pegar de las paredes blancas de mi habitación todas esas 'cartas no enviadas' que dicen lo que deseo, lo que deseo y nunca le doy a Melchor por miedo a que abra la carta y a la mañana siguiente me lo regale, junto con una notita con letra cursiva y elegante, la letra de un mago, que ponga:

Si es esto lo que tanto querías, 
¿porque tardaste tanto en pedirlo? 
Si es esto lo que de verdad ansiabas 
¿porque le tienes tanto miedo?

Miedo a encontrarme con esas preguntas que esperan que el año que viene le responda con otra notificación, pero es que... No tienen respuesta, y si la tienen, yo no quiero escribirla ni buscarla dentro de mi, solo quiero que se queden como interrogantes fosforescentes, agazapados pero abultando en la otra cara de mi corazón, donde se guardan todas esas cosas que te callas, todo lo que no quieres admitir y que sería gratificante quitarles algo de polvo y sacarlas de allí, colocarlas en mi paladar para que la próxima vez que hable sean catapultadas al exterior.
Que bonito sería todo si funcionase como la dulce melodía de la ciudad de Lacombe, donde todo transcurre según las agujas de un gran reloj, en el que si quieres puedes pedir más tiempo, en el que si prefieres puedes suspirar al destino y susurrarle al oído eso que quieres que haga.
Mientras escribe la larga retaila de inconvenientes por los cuales no puede dejarse llevar tan fácilmente, mientras hay alguien que espera que tire al mar la dichosa lista y que haga lo que quiera, como primera norma y lema uniéndose así a aquella olvidada Historia interminable y  aquella muchacha, Emperatriz Infantil querían que la llamasen.

Paso lista a todos los ausentes de esta fila transparente, cobardía o mala suerte tal vez...
{...} Y veo partes de mi vida como piezas de un gran Tetris que nunca encaja muy bien, y solo se entiende al revés...
~1997

Irradiar Amor

sábado, 5 de enero de 2013

El olor, ese olor al que nunca le he encontrado nombre, se acerca al olor de los coches nuevos pero no llega a ser ese. El olor te hace marearte y te golpea nada más poner un pie dentro del avión, ese olor viene sujeto a solo dos opciones; una es el olor de la ida, de la ilusión por ver que te deparará el destino tan solo con poner un pie en otra tierra, y la otra es el olor de la despedida, de la vuelta, vuelves, y el calor te golpea igual que ese olor, si no tuviera miedo, si fuera alguien diferente, se encuentran soluciones en el asiento incómodo y estrecho que ha protagonizado tu vida, soluciones y nuevas reflexiones, me gusta.
Nunca me ha parecido un sitio extraño en el que conocer a alguien, ni un sitio demasiado extravagante como para enamorarte, porque piénsalo un segundo; pasa mucha gente, de diferentes países, con diferentes opiniones, con diferentes destinos en mente, gente de todo tipo que solo tienen algo en común, van a algún sitio, eso explica su tarjeta de embarque. 
Llevo desde que tengo uso de razón volando y viajando, nunca he conocido a nadie ni me he enamorado pero... Todo puede ser. Es un sitio donde la gente se pega por ver a sus seres queridos aparecer con las maletas por las puertas correderas.
Bienvenidos al aeropuerto, ese olor, ese sonido tan característico, ese temor por lo desconocido, desconocido si, porque no sabes que puede pasar, tantos aparatos, tanta gente en su propio mundo y no sabes lo que va a pasar, aunque lo ponga en las pantallas de llegadas y salidas.
Y te da tiempo, te da el suficiente tiempo como para terminarte dos libros y empezar otro, tiempo para escribir sobre lo que ayer pensaste que no valía la pena.
La sala de los UM, los chaquetas rojas, los pilotos con cara de superioridad y con esos maletines y al lado (que no falten) las azafatas, que solo una de ellas te sonríe con sinceridad.
Todo en carteles grandes y símbolos, arquitecturas diferentes en cada aeropuerto, ¿mi preferido? El de Valencia, todo. Todo tan igual que ahí afuera y tan distinto a la misma vez, unos lloran, otros se enfadan y siempre con algo de razón, y otros sonríen de oreja a oreja y susurran por lo bajini; allá voy
Otros corren, y yo me río hasta que me toca correr a mí. Coger el metro del aeropuerto solo porque tu avión está en la otra punta de la que estás tú.
Y cuando dices adiós con la mano, y cuando miras mal a los polícias que te piden po favor te quites las botas, te das cuenta de algo, algo muy importante, te has olvidado de llamar a tu tía del pueblo para preguntarle donde metió el cargador del móvil, y de repente te acuerdas que eras tú quien ya lo había metido en la maleta.
Son cosas, cosas, cosas y aeropuertos, todos son iguales y siguen las mismas leyes, pero tan distintos cada hora, cada minuto, gente nueva entra y sale, gente mala y gente buena pisando las mismas baldosas que tu, gente, que no volverás a ver nunca más, pero que podría ser el amor de tu vida y tú ni siquiera te has dado cuenta.
¿Un sitio romántico? Justo delante de las paredes de cristal, con un helado de yogur en la mano y un bolso lleno de cosas "indispensables", ese, ese en un sitio perfecto para que te digan que te quieren, o para los comienzos de los te quiero, o para los finales...


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miércoles, 2 de enero de 2013

6. Last Summer.

Y Rafe... ¿Quién era él para decirme lo que debía o no debía hacer? Fue lo primero que me cruzó por la mente nada más levantarme de la cama, estaba empapada en sudor y no era extraño, habían sido unos días de verano muy calurosos y asfixiantes, tanto que para bajar a desayunar tuve que bañarme con agua fría en el piso de arriba porque creía que no podría bajar las escaleras sin derretirme.
Rafe, el chico que había conocido el día anterior me había prometido enseñarme todos los lugares del pueblo, decía que eran un montón pero el pueblo solo contaba con unas cuantas casas, de esa gente que ama tanto su lugar en el mundo que no tiene ganas ni de dar una vuelta por la ciudad, que solo estaba a 30 kilómetros de distancia. Por eso mis padres me dejaban siempre allí sola, en Canto de Hadas, porque decían que para lo que les costaba ir y venir se quedaban allí y ya vendrían si eso.
La señora Hays me sonrió desde la cocina, yo la veía cocinar y limpiar desde las escaleras, sentada en esos peldaños fríos de mármol blanco, con mis zapatos de charol, con mi vestido rojo y veraniego, y la miraba, la contemplaba y quería tener tanta maestría y elegancia para moverme por allí (o por algún sitio), con la naturalidad de ella.
En una esquina del pollo había una gramola, ya vieja y mohosa, pero la señora Hays la mimaba y quería como si de su sobrino se tratase, no tenía hijos, ni marido. Me contó mucho tiempo después, cuando yo lloraba y regalaba sollozos a Canto de Hadas, que nunca se había enamorado de nadie ni nadie de ella, pero me lo dijo con una gran sonrisa, no entendí porque en ese momento, ahora ya lo sé, porque el amor a la vida, a las pequeñas cosas, a las grandes, el amor a los recuerdos, el amor al arte, podía, si no se igualaba, al amor de una persona por otra, lo que pasaba era que el amor a la humanidad hacía el mismo daño que una sola, las decepciones eran casi las mismas pero su sonrisa era igual, los jueves que los sábados, los lunes que los miércoles y las tostadas sabían igual un martes que un domingo, me enseñó a amar al mundo.
Rafe a amarlo a él.
Por la gramola Lousa, así le había puesto de nombre la señora Hays, donaba una salsa que hacía mover de las caderas a mi madrina, una lado, al otro, el tarareo, ahora doy una vuelta ahora me fijo en la niña, ahora me coje de las manos y me hace moverme con ella:
-¿Era hoy el día de la cita con Rafe?
"Era la piragua, 
era la piragua 
era la piragua de Guillermo Cubillos..."
-No es una cita, me va a enseñar el pueblo, solo eso.
Mis caderas se movían al son de la música y parecía que todo era más fácil mientras Jose Barros cantaba a la piragua, a Guillermo, a su Colombia querida o a mi mañana calurosa...
-Llamalo como quieras,-sonrió picaresca.- ¿que quieres para desayunar?
-Donde yace dormitando la piragua... ¡Zumo de naranja!
-¡Esta contenta hoy eh!
-¿Porque lo dice?
-Porque ya no tiene esa cara de vieja, y eso en un día, no si ya lo decía yo, ¡mi sobrino hace milagros! Pero si ha bailado y todo!
Se reía mientras sacaba del frutera las naranjas más frescas.
Me di cuenta de que tenía razón, de que me había dejado llevar por una música que no era la mía, de que había ron y tabaco en una de las canciones de ese vinillo y de que me sentía bien. Antes no había entrado nunca a la cocina, era parte del servicio, pero ese día entré, entré y bailé otra canción, y a los once y cuarto salí a reunirme con Rafe.
En esa mañana no ocurrió nada importante, y si ocurrió no me acuerdo, aunque procuré no olvidar lo esencial de ese verano.

6 HOJA

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