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viernes, 7 de noviembre de 2014

Retírate del agua. El sentido de adaptación nunca te funcionó demasiado bien.

Lynne Cohen
Living room, Lynne Cohen, 1971

Sudaba. Segregaba gotas de. Debajo de su traje de neopreno, pensando en la búsqueda incansable del ser humano por la aprobación, por el me gusta como escribió ella, vaya, y que sea tan duro elegir el otro camino, por el que en vez de caminar al borde la orilla, sin caer, teniendo en cuenta la fuerza del viento para que si hace mucho pararte y resistir y si hace poca jugar con la brisa, como la bailarina que siempre quisiste ser, pero que era demasiado perfecto para ti, -desastre andante, ¿donde dejaste el paquete de cigarrillos de chocolate? Al borde del alféizar de la ventana de la tienda de la esquina, hace años, cuando eras más niña, jugando a fumarte el dulce, con una sensación muy diferente al humo inundando tus pulmones-, como es que sostienes todavía la mano en alto, movimiento torpe y retenido infantil imagen copiada, vaya, dilo todo deprisa y corriendo o perderá el sentido. Tan duro aceptar, que ese camino es para otros, que eres demasiado poco para tanto. De ahi, a mi parecer, viene el vivir el momento, en el rápido parpadeo en que te lo pierdes todo, y cuanto más lento vayas más ves debajo del agua, pero debajo, déjate ahogar y flotar, déjate llevar por las corrientes, deja que el río de vida fluya a través de ti, persona torpe no luches contra el movimiento natural de las teclas sin tocar, deja que pasen, toma imágenes fotografiadas con tu memoria limpia, y recuerda circunstancias, momentos en los que el corazón saltaba del pecho por entrar en el agua y escapar de la orilla, bailar dentro, ese movimiento rítmico que se traduce en coletazos, en dos pies embutidos en aletas que golpean el agua. 

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